LOS ORIGENES Y LA MONARQUIA
LOS ORIGENES
El origen de la ciudad de Roma puede situarse especialmente cerca del
monte Palatino, junto al
río Tíber, en un punto en el cual existía un vado natural que permitía su cruce y, además, era navegable desde el mar (ubicado a 25
km
río abajo) únicamente hasta esa posición. En ese punto el río discurría
entre varias colinas excavadas por su cauce, aisladas entre sí por
valles que el Tíber inundaba en sus crecidas, lo que convertía la zona
en
pantanosa, y por lo que la población de agricultores y ganaderos fue en su origen muy reducida.
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Este punto estratégico presentaba una ubicación fácil de defender
respecto a la amplia llanura fértil que rodeaba el lugar, protegido como
estaba por el Palatino y las otras colinas que lo rodeaban y, además,
era un cruce destacado en las rutas comerciales del
Lacio central, y entre
Etruria y
Campania. Todos estos factores fueron los que a la larga contribuyeron al éxito y a la fortaleza de la ciudad.
El origen étnico de la ciudad hay que remontarlo a la fusión de las
tribus latinas de la aldea del
Germal (
Roma quadrata) con los sabinos del Viminal y el Quirinal, creando así la
Liga de Septimontium o Septimoncial (Liga de los siete montes), una confederación religiosa preurbana de clara influencia
etrusca, el poder hegemónico de Italia en esta época. El nombre de la ciudad podría remontarse hasta la
gens etrusca
Ruma, si bien existen
otras teorías al respecto.
LA MONARQUIA
La
monarquía romana1 (en
latín,
Regnum Rōmānum) fue la primera forma
política de gobierno de la
ciudad estado de
Roma, desde el momento
legendario de su
fundación el
21 de abril del
753 a. C. hasta el final de la
monarquía en el
509 a. C., cuando fue expulsado el último
rey,
Tarquinio el Soberbio, instaurándose la
República romana.
Los orígenes de la monarquía son imprecisos, si bien parece claro que fue la primera forma de gobierno de la
ciudad, un dato que parecen confirmar la
arqueología y la
lingüística. La
mitología romana vincula el origen de Roma y de la institución monárquica al héroe
troyano Eneas, quien navegó hacia el
Mediterráneo occidental huyendo de la destrucción de su ciudad hasta llegar a
Italia. Allí fundó la ciudad de
Lavinio, y posteriormente su hijo
Ascanio fundaría
Alba Longa, de cuya familia real descenderían los gemelos
Rómulo y Remo, los fundadores de Roma.
Problemática histórica de la monarquía romana
Las crónicas tradicionales de la historia romana, que han llegado hasta la actualidad a través de autores clásicos como
Tito Livio,
Plutarco,
Virgilio,
Dionisio de Halicarnaso
y otros, cuentan que en los primeros siglos de la vida de Roma hubo una
sucesión de siete reyes. La cronología tradicional, narrada por
Varrón,
arroja la cifra de 243 años de duración total para estos reinados, es
decir, un promedio de 35 años por reinado (mucho mayor que el de
cualquier dinastía documentada), aunque ha sido desestimada actualmente,
desde los trabajos de
Barthold Georg Niebuhr. Los
galos, liderados por
Breno, saquearon Roma tras su victoria en la
batalla de Alia en el
390 a. C. (
Polibio da la fecha del
387 a. C.),
de forma que todos los registros históricos de la ciudad resultaron
destruidos, incluyendo aquellos de las fases más antiguas, por lo que
las fuentes posteriores han de tomarse con cautela.
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Las crónicas tradicionales analizan las evidencias arqueológicas de los
inicios de Roma, que, no obstante, coinciden en señalar su poblamiento a
mediados del
siglo VIII a. C.
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